La motivación es uno de los grandes secretos de la tarea educativa. Motivar significa saber despertar esos intereses y curiosidades ocultas de los chicos y chicas para lograr que muestren toda su energía. Motivar es hacerles saber que “querer es poder”, es inculcar el deseo de actuar de una determinada manera. El éxito se encuentra en lograr despertar esos buenos deseos que hay en toda persona, pues así la puesta en práctica es mucho más fácil.
Normalmente a los chicos les gusta ir al colegio, sacar buenas notas, son activos y les interesa lo que hacen; sin embargo, si esto no ocurre es posible que exista un problema: dificultades en la familia, problemas de aprendizaje, falta de hábitos de estudio, falta de fuerza de voluntad, entre otros. Muy probablemente exista una falta de motivación por los estudios; es decir, no logra encontrar el sentido a esforzarse por estudiar, por entender los cursos y por realizar las actividades de la clase.
Es equivocado pensar que para motivar a los chicos y chicas hay que prometerles regalos o premios. Esto solo desencadena un espiral de caprichos y pedidos. La “materialización” de la motivación tiene como efecto la insaciabilidad o la saturación, pues, para obtener cualquier objetivo, se necesita de algo material a cambio. A pesar de que puede parecer lo contrario, los chicos prefieren más bien reconocimientos antes que un regalo. Valoran más una sonrisa, un pequeño elogio, un estímulo inteligente, palabras de ánimo, un sincero interés por lo que han hecho. Los hijos sienten una gran alegría al ver la satisfacción de sus padres al presenciar sus logros y la satisfacción propia.
El estudio diario de los hijos requiere también de la motivación por parte de los padres. Para mantener esta motivación en los chicos, es importante que sepan cómo estudiar. “Los estudiantes que saben estudiar, entienden lo que estudian, saben captar lo esencial de cada tema y son capaces de expresarlo de forma sintética; convierten el contenido de cada libro en una serie de respuestas para las preguntas que se han formulado previamente” (Iturbe, 2014). Este estudio a conciencia, activo y reflexivo está lleno de retos y descubrimientos personales. Enseñar a estudiar a los hijos requiere enseñarles a leer de manera que comprendan los temas que estudien y se interesen en más de lo que en el texto se dice. Una estrategia para lograrlo es hacerles preguntas de comprensión de lo leído, así como de inferencias o deducciones.

Lo más importante como padres para motivar a sus hijos, es valorar más el esfuerzo que los resultados obtenidos, sin condicionar nunca a esos resultados su cariño y apoyo. “El fracaso en sus estudios no debe ser nunca motivo de irritación de los padres, sino un estímulo para mejorar la ayuda que se le esté dando” (Iturbe, 2014). Hay que exigirle de forma realista y comprensiva, reconociendo las habilidades y dificultades de cada hijo y sin hacer comparaciones con los hermanos.
Uno de los factores que más motiva a los hijos es la atención habitual de los padres por su aprendizaje, siempre y cuando no sea excesiva ni se convierta en una obsesión por las notas. Es motivador para los chicos que los padres hablen con los profesores y tutores con el fin de intercambiar información sobre lo observado en casa y en el colegio.
Por otro lado, resulta más educativo, en vez de utilizar la prohibición como método para exigir, utilizar motivaciones más positivas; es decir, en vez de corregir lo negativo, focalizarse en las cualidades y en lo positivo. Del mismo modo, se debe intentar que los chicos sean independientes, autónomos y actúen por propia iniciativa: que se organicen, que den prioridad a unas cosas sobre otras, etc. “Los educadores (padres) que dejan huella son aquellos que saben hacer que los alumnos (hijos) estén en condiciones de tomar decisiones y elegir caminos cuanto antes” (Iturbe, 2014).
Para favorecer la motivación en sus hijos, les sugerimos algunos tips:
- Sentirse a gusto en el colegio es el primer nivel de motivación.
- Fomentar en los hijos una gran confianza de sus capacidades para aprender y en sus habilidades escolares.
- Buscar que tengan experiencias de éxito.
- Un ambiente seguro y un clima positivo son los mejores medios para lograr una adecuada motivación.
- Reconocer los logros de los hijos.
- Fomentar el disfrute de las tareas en vez de buscar únicamente objetivos materialistas.
- Evitar las ayudas innecesarias y permitir que los hijos se equivoquen, especialmente en temas poco relevantes.
- Buscar situaciones donde se comprometan y se fijen metas.
- Relacionar las tareas con sus objetivos personales.
Por Cristina Mendiola – Psicóloga de 5to a 7mo grado
Referencias:
Iturbe, I. (2014). Diamantes por pulir: el arte de educar de 7 a 12 años. España: Ediciones Palabra.