En nuestra institución sabemos y reconocemos que las sociedades son cambiantes y se adaptan a los procesos históricos. Al repercutir en todos los ámbitos, estos cambios no son ajenos a la educación. Es por esta razón que los sistemas educativos no pueden ser anacrónicos o estar ajenos a los cambios. Entendemos que ya no se puede seguir enseñando como hace veinte, treinta y hasta cincuenta años atrás, pues los estudiantes pertenecen a otro contexto y realidad. Uno de los frecuentes errores por parte de los sistemas educativos tradicionales es seguir lineamientos y modelos de enseñanza que no se ajustan a las actuales necesidades de los estudiantes. Si bien es cierto, los modelos educativos como el constructivista y conductista siguen siendo parte esencial del proceso enseñanza-aprendizaje de los educandos, ya no se puede obviar que esta nueva generación requiere y necesita nuevos enfoques y modelos de enseñanza que les permita integrar sus necesidades de aprendizaje, optimizar, elevar y explotar sus capacidades de forma integral.

Desde hace mucho, la educación no solo se centra en la acumulación mecánica de datos o memorización de información, sino que además en integrar aspectos relacionados a las emociones conjuntamente con la adecuada construcción de conocimientos.

 El enfoque holístico integra aspectos psicológicos, sociales, culturales y espirituales en la educación, fundamentados a través de diversos métodos de enseñanza que buscan elevar el aspecto humano en el educando, favoreciendo la comprensión de información compleja a partir de sus habilidades cognitivas y sensitivas (Gluyas, Romero & Rubio, 2015). La educación holística es aplicada en nuestra institución, ya que plantea cambios estructurales en la forma de educar a los estudiantes. Abarcamos elementos como la empatía hacía el entorno, integración a los problemas sociales y elevar el entendimiento de los mismos. Incidimos además en una formación humanista, atendiendo al plano psicológico y emocional de nuestros estudiantes, aspectos prioritarios para la formación de sus juicios.

Es decir, nuestros docentes están preparados para interactuar con sus educandos, y no solo trasmitirles conocimientos. Los docentes deben entenderlos desde un aspecto humano. Un estudiante es un todo, y en este convergen emociones, cambios biológicos y se evidencia una adaptación social, tanto en el hogar como en el centro educativo. La educación debe alcanzar estas pautas, a fin de formar mejores personas y seres humanos.

Si bien es cierto, este enfoque requiere también el apoyo de los padres, por lo que nuestros docentes trabajan con ellos en forma conjunta para garantizar una educación integral en sus hijos. Es primordial que los sistemas y las líneas de educación asienten las bases coherentes para transformar la misma y estén a la altura de las nuevas circunstancias y necesidades de los estudiantes.

Al respecto, Barrientos (2017) sintetizó su visión del nuevo docente, enfatizando que este debe contar con vocación para educar a los alumnos con dignidad, respeto y libertad, mediante la adopción del diálogo, tolerancia, compasión, fraternidad y compromiso, a fin de transformar positivamente a través de la educación. Asimismo, debe centrarse en ayudarlos y orientarlos en la búsqueda de sus destrezas, sueños, talentos, de tal forma que sea un guía en el camino del alcance de sus logros y metas.

La educación que brindamos, dentro del enfoque holístico, converge en tres líneas: las emociones, el pensamiento crítico constructivo y el marco espiritual. Educamos a través de las emociones, lo que implica tener empatía con nuestros estudiantes y sus problemas. Nuestros docentes están preparados para comprender los cambios tanto biológicos como psicológicos de nuestros educandos, identificando comportamientos inadecuados, pero que a menudo esconden algún tipo de problema o vacío emocional.

De la mano al entendimiento, manejo y orientación emocional, construimos el proceso de enseñanza-aprendizaje de contenidos, de tal forma que permita que el educando pueda edificar un pensamiento crítico constructivo; es decir, que pueda ser consciente de su rol y ubicación en la sociedad, y de lo importante que es cada una de sus acciones. Finalmente, y como eje integrador de los primeros dos aspectos, promovemos la educación espiritual. Al abordar lo espiritual, este no se debe confundir con lo religioso, sino con ser empático con los demás, en aprender a ser tolerantes, y sobre todo elevar la consciencia social y ambiental.

Si bien es cierto, los postulados de la educación holística son ambiciosos, sobre todo en el contexto peruano, donde aún existen muchas brechas por cerrar entre cada uno de los estamentos de la sociedad, especialmente en el ámbito de la educación. Sin embargo, los cambios radicales que se presentan en el mundo (contaminación, depredación de recursos, propagación de epidemias y enfermedades, etc.), ya hace insostenible que se siga abrazando modelos educativos anacrónicos. Por consecuencia, la educación que brindamos se orienta en la búsqueda de tener mejores ciudadanos, empáticos y conscientes, y que sus actos tienen repercusión en los demás, manteniendo el respeto por su prójimo, así como por la preservación del planeta, de una forma natural. El camino para alcanzarlo es una nueva forma de abordar la educación, tal como lo plantea el enfoque holístico.

Por Christian Quevedo – Tutor de 5to grado

Referencias:
Barrientos, P. (2017). Modelo educativo y desafíos en la formación docente. Revista Horizonte de la ciencia, 2 (3), 175-191. Recuperado de: http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:V1G8BO6Sf20J:revistas.uncp.edu.pe/index.php/horizontedelaciencia/article/download/462/362+&cd=18&hl=es&ct=clnk&gl=pe

Gluyas, R. Esparza, R. Romero, M. Rubio, J (2015).  Modelo de Educación Holística: una propuesta para la formación del ser humano. Revista Electrónica “Actualidades Investigativas en Educación”. 3 (15), 1-25.

Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/447/44741347022.pdf

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