Muchos han oído hablar en la actualidad sobre el síndrome del impostor, el cual es definido como una afectación psicológica que impide en personas exitosas reconocer sus logros y más allá de ello, les hace sentirse no merecedores de tales reconocimientos. Según diversos estudios, esto se origina debido a una serie de factores tanto externos como internos del individuo, tales como, las comparaciones constantes, poca confianza y malas experiencias, entre otros, lo cual converge dentro de sí mismo, haciéndole dudar de sus propias capacidades, talentos y éxitos alcanzados.

Como parte de este análisis, es necesario señalar que el síndrome del impostor se puede presentar en cualquier persona, indistintamente de su edad, género, ocupación y nivel de estudio logrado, por lo tanto, no debe tomarse a la ligera dicha problemática, debido a que su falta de detección y atención a tiempo pueden ocasionar trastornos psicológicos más complejos, que desencadenan en serios niveles de depresión, baja autoestima, crisis de ansiedad y estrés crónico, entre niños, jóvenes y adultos activos, pudiendo así conllevar a una problemática de impacto social.

Tomando en cuenta lo señalado y entrando en el contexto educativo, el síndrome del impostor puede y debe ser identificado como una de las problemáticas emergentes que limitan el aprendizaje, y en tal sentido, los docentes conscientes de esta realidad, han de estar atentos para reconocer y apoyar, entre sus estudiantes, a aquellos que por malas experiencias o falta de confianza, puedan perder su motivación al estudio, aun después de haber demostrado capacidades y talentos destacados, para que así, dentro de su alcance y campo de acción, logren superar en conjunto tan complejo escenario.

Adicional a lo anterior; es importante, tanto para quien padece el síndrome del impostor, como para sus familiares y la sociedad en general, reconocer sus síntomas. Al respecto, autores como Gabsby (2020) destacaron principalmente, lo siguiente:

  • Poca o ninguna valoración de habilidades y competencias propias
  • Atribuir el éxito a factores externos
  • Autocrítica y autosabotaje constante al trabajo propio
  • Miedo a no encontrarse dentro de las expectativas
  • Plantearse objetivos elevados de manera constante
  • Depresión, tristeza y ansiedad
  • Temor a que sea observado como un fraude
  • Insatisfacción constante.

Como complemento, Leonhardt, Bechtoldt y Rohrmann (2017) señalaron que el síndrome del impostor se manifiesta de diversas maneras, siendo entre ellos los más resaltantes: 1) el superhombre o la supermujer; su principal síntoma está en querer tener siempre la aprobación de los demás, aunque ello implique sobrecargar sus propias capacidades, todo por no sentirse menos que el resto. 2) el perfeccionista, sus síntomas se basan en buscar la excelencia y en detrimento de ello, se impone metas que extralimitan su verdadero alcance, también es muy exigente consigo mismo, lo que origina un estrés nocivo y 3) el impostor verdadero, su principal síntoma es la percepción de negatividad y pesimismo hacia sí mismo y sus capacidades, lo cual acentúa su desconfianza sobre su propio éxito, sumiéndose en la frustración y abandono de objetivos personales, profesionales o académicos.

Se considera según lo anterior, la importancia de contar con el acompañamiento de familiares, tutores y colegas como primer círculo de apoyo, así como con los profesionales de la salud, a quienes se debe acudir al evidenciar los antecedentes mencionados, ya que su rápida detección y tratamiento, permitirá acrecentar nuevamente la confianza, el autocontrol y alta autoestima en quienes padecen este síndrome, y particularmente en el área profesional y universitaria, favorecerá al logro de mejores condiciones en el aprendizaje y mejores índices de desempeño profesional.

Una vez señalado los aspectos perjudiciales del síndrome del impostor, se hace a continuación la salvedad de ciertas consideraciones de permitirán comprender mejor del tema, a partir de estos sencillos casos, 1) la falta de experiencia que muchos recién graduados experimentan al llegar al campo laboral, es una realidad, la cual les genera mucha ansiedad ante sus compañeros al sentirse menos preparados en la práctica, pese a contar con los títulos profesionales, este es un contexto natural que, dentro de un buen equipo de trabajo sabrá superarse rápidamente, impidiendo que aparezca el síndrome del impostor. 2) las culturas pasadas que sostienen que el trabajo es “esfuerzo”, han ocasionado que muchos profesionales, estudiantes y talentosos artistas experimenten que al haber realizado su trabajo de forma natural y espontánea, pero con extraordinarios resultados no debe recibir mayor crédito, sin embargo, este enfoque debe cambiar, creando más apertura y aceptación de los talentos –ocultos– que cada persona posee y por ende lograr motivarse a través de los reconocimientos para potenciarlos en favor de la sociedad.

Asimismo, se trae a colación como punto 3, la igualdad de género, ya que existen marcadas tendencias que inducen en las mujeres el darse poco crédito, a pesar de que se hayan esforzado por lograrlo, y de sus ya conocidas habilidades por ejemplo al comunicarse  con otras personas y empatizar con problemas de su entorno familiar y comunidad. Por otra parte, cuando una mujer alcanza índices sobresalientes en ciencias o matemáticas, poco sale a relucir por su esfuerzo propio, sino que el éxito se acredita a factores externos como la influencia de un tutor masculino más experimentado, esto hace minimizar su valoración sobre sí misma, sin embargo, actualmente están cambiando las perspectivas respecto a ello, lo cual es muy positivo para combatir el síndrome del impostor, en esos contextos.

Como cierre de lo señalado, pero igualmente importante, el rol del docente será clave para trasformar la realidad de los jóvenes del futuro, implementando desde hoy los cambios en su forma de pensar, aportando en clases sus conocimientos sobre esta materia, y así empoderar a los jóvenes en la autovaloración, confianza y autoestima, tanto si el estudiante obtiene resultados favorables, motivándolo a mantenerlos, como si el estudiante baje su rendimiento escolar, para orientarlo y fortalecer sus habilidades, reinventando nuevas metas hasta lograr sus objetivos de fin de curso. Ciertamente, los individuos más preparados y exitosos podrían sufrir de este mal, pero lo importante está en identificar los síntomas y hacer las evaluaciones a tiempo, conllevando de manera efectiva y como aporte a la sociedad, a recuperar su confianza dentro del proceso de enseñanza –aprendizaje.

Referencias

Gabsby, S. (2020). Imposter Syndrome and Self-Deception. Australasian Journal of Philosophy. 1 (1), 1 – 12. 10.1080/00048402.2021.1874445

Leonhardt, M., Bechtoldt, M. y Rohrmann, S. (2017). All Impostors Aren’t Alike – Differentiating the Impostor Phenomenon. Frontiers in Psychology, 8 (1). https://doi.org/10.3389/fpsyg.2017.01505

Por Christian Rafael Quevedo Lezama

Tutor de 4to grado

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