Si investigamos cuáles deben ser las habilidades necesarias para los futuros ciudadanos del siglo XXI, uno de los componentes que se mencionan con mayor frecuencia es el PENSAMIENTO CRÍTICO.

Muchos colegios lo incluyen en sus idearios y en sus perfiles de egresado. Es una meta altamente deseable para los padres, para las autoridades educativas, para los asesores. Al parecer, todos quieren desarrollarlo en sus estudiantes.

El problema es que todos lo buscan, todos lo quieren, pero realmente muy pocos saben en qué consiste exactamente. Por eso, corre el riesgo de convertirse en el Santo Grial de la educación de hoy. Si no sabemos qué es, no lo podemos trabajar con nuestros chicos. Es más, muchos adultos no lo aplican casi nunca ni forma parte de su repertorio de habilidades para la vida diaria.

Pensando críticamente, ¿será cierto que todos los adultos quieren que sus hijos o sus estudiantes adquieran el pensamiento crítico?

¿HAY ALGUIEN QUE NO DESEE QUE LOS JÓVENES TENGAN PENSAMIENTO CRÍTICO?

Una de las primeras libertades que las dictaduras o los gobiernos autoritarios o pseudo democráticos suprimen es la libertad de expresión. Esto significa que no se puede ejercer libremente el derecho a cuestionar la autoridad, o criticar abiertamente al gobierno en el poder. En estos países, los gobernantes no desean ni fomentan el pensamiento crítico. Quieren uniformizar a su población, que nadie se atreva a decir algo en contra bajo riesgo de ser perseguido o reprimido de muchas maneras.

Otra creencia que inhibe a los adultos para desarrollar el pensamiento crítico en los jóvenes radica en el miedo a que estos puedan desafiar a la autoridad, las tradiciones o las costumbres de su comunidad o de su grupo religioso. Los mayores quieren seguir en control y por eso desalientan o prohíben expresamente que los más jóvenes cuestionen sus decisiones.

En ese sentido, desear que los jóvenes tengan pensamiento crítico significa dos cosas: 1) estás dispuesto a asumir las consecuencias y tienes fundamentos suficientes para sustentar cuando los jóvenes cuestionen tus decisiones o tus creencias; 2) crees en la democracia y en que esta solo puede existir cuando hay libertad de pensamiento, de expresión y de culto para todos.

Estas cuestiones son realmente esenciales porque tienen que ver con el futuro de la educación y de nuestra sociedad. Enseñar a pensar con base en criterios es muy importante.

¿QUÉ ES UN CRITERIO?

La palabra ‘crítico’ proviene de ‘criterio’. ¿Y qué es un criterio?

Criterios son las diversas características o rasgos que encontramos en los objetos o en las personas. Por ejemplo, si queremos hacer una crítica sobre películas, podemos utilizar diferentes criterios para evaluarlas: originalidad, género (acción, drama, ciencia ficción, etc.), calidad del guión, resultados de taquilla versus presupuesto (cuánto costó versus cuánto ganó), diseño de producción, vestuario, popularidad de los actores, efectos especiales, desarrollo de personajes, impacto en la cultura popular y así sucesivamente.

Si somos directivos de un colegio y queremos tomar una decisión sobre contratar a un nuevo maestro, podemos analizar a cada candidato en base a los siguientes criterios: experiencia docente, CV, conexión emocional con los estudiantes, expectativas salariales versus presupuesto disponible, dominio de su especialidad, disponibilidad de tiempo, manejo de grupo, nivel de inglés, etc. etc.

Dependiendo de cada situación, un criterio podrá tener más peso o relevancia que otros. Identificar los criterios nos permite realizar comparaciones y contrastes, determinar cuál criterio es el más importante para nosotros, encontrar las ventajas o desventajas de algo y, en función de ello, tomar decisiones.

 ENTONCES, ¿QUÉ ES EL PENSAMIENTO CRÍTICO?

El pensamiento crítico designa a un conjunto de habilidades. NO es una sola capacidad. No es un accesorio tipo ‘chip’ que se puede comprar en Internet e instalar en las mentes de los estudiantes en un corto plazo. Está formado por diversas habilidades interconectadas, las cuales pertenecen al rango más alto en la muy conocida Taxonomía de Bloom, todavía un referente para miles de educadores.

La citada Taxonomía de Bloom establece una jerarquía, o sea diversos niveles de complejidad cognitiva con respecto a los aprendizajes. En los niveles más altos encontramos las habilidades de pensamiento crítico y de creatividad.

El pensamiento crítico consiste en ser capaz de evaluar y examinar críticamente (= aplicando criterios) una información o una actuación determinadas para elaborar juicios de valor sobre ellas.

Para poder desarrollar estas capacidades críticas, se deben tener como prerrequisitos: analizar o desagregar información y explorar las relaciones entre los elementos de dicha información. Esto implica saber categorizar o clasificar, examinar, organizar, comparar y contrastar datos.

Los valores o el componente ético subyacente en estas operaciones mentales incluyen la objetividad, la imparcialidad y el uso responsable de la información, entre otros. Estimulan el examen cuidadoso de las pruebas o evidencias, distinguiendo la intencionalidad detrás de cada fragmento de información. Se busca que los estudiantes puedan discernir la veracidad de una información, estableciendo claramente las razones o argumentos a favor y/o en contra de una afirmación dada. También se espera que puedan identificar los posibles sesgos o desviaciones de una información, en base al análisis de las fuentes o del origen de esos datos.

 

Es fácil concluir que, dentro de un sistema escolar, el pensamiento crítico no se puede desarrollar de manera instantánea. Requiere de un proceso de modelado gradual, para que los estudiantes apliquen estas habilidades en múltiples casos y situaciones reales o simuladas. Lo que nos lleva a considerar por qué es tan necesario e importante desarrollar el pensamiento crítico desde muy pequeños.

 ¿PARA QUÉ SIRVE EL PENSAMIENTO CRÍTICO?

El pensamiento crítico sirve para muchas cosas en la vida: tomar decisiones razonadas y conscientes, argumentar y debatir un tema con fundamentos, no dejarse engañar por la (des)información (las populares “fake news”), evaluar las desventajas y desventajas de ciertos productos / relaciones / ideologías / candidatos; entre otras muchas aplicaciones.

La utilidad del pensamiento crítico no se agota en el desempeño académico. Se puede usar para escoger un vestido, un nuevo auto hasta una carrera profesional, un lugar para vacacionar o un nuevo empleo; hasta decidir por quién votamos o con quién tenemos una relación, si nos hacemos veganos (o no). Y la lista continúa…

 

¿CÓMO DESARROLLAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO EN LA ESCUELA?

Ahora bien, ¿cómo pueden los maestros estimular el pensamiento crítico en sus estudiantes? Aquí algunas sugerencias prácticas.

En primer lugar, prestar atención al arte de cuestionar o hacer preguntas. Gradualmente, formularles preguntas con mayor dificultad o demanda cognitiva.

¿Cómo sabemos si una pregunta es de mayor nivel o complejidad cognitiva? Hay que fijarse dónde se encuentra la respuesta. Si la respuesta está escrita en un texto y el estudiante solo necesita copiarla o reproducirla tal cual, estamos en el nivel más bajo: comprensión literal. Un segundo nivel corresponde a la comprensión inferencial: la respuesta no está escrita pero el estudiante debe conectar dos piezas de información, leer ‘entre líneas’ para inferir la respuesta.

Por último, llegamos al nivel más alto: comprensión crítica. Las preguntas de este nivel no tienen respuestas iguales, estas varían en función de los diferentes criterios que use el estudiante; por ello, permiten respuestas divergentes o más creativas. Las respuestas se basan en las experiencias previas, en los valores o en las ideas propias de los chicos.

Otras prácticas que los docentes pueden utilizar para fomentar el pensamiento crítico pasan por estimular a los estudiantes a que desafíen sus propios prejuicios y creencias. Tocar temas controversiales en clase, sobre los cuales hay diversos argumentos a favor y en contra. Descubrir los patrones subyacentes en una serie de fuentes. Practicar haciendo preguntas que tienen una sola respuesta válida frente a otras de mayor complejidad, pues admiten diversas respuestas válidas. Identificar en fuentes de diverso origen cuáles son los sesgos cognitivos y a quién favorecen o perjudican los datos ahí consignados. Aceptar que pueden existir diferentes puntos de vista sobre un mismo tema.

En cuanto al desempeño académico, entre todas las actividades educativas donde los chicos pueden demostrar su nivel de dominio del pensamiento crítico, destacan dos mega estrellas: el ensayo argumentativo y el debate.

Ser capaz de investigar y elaborar argumentos a favor y en contra de una moción, con el fin de participar en debates alturados y con sustento, representa un logro fundamental en el desarrollo cognitivo de los estudiantes, dentro de cualquier sistema escolar (exceptuando, por las razones ya señaladas, a los que están controlados por dictaduras).

De igual manera, la construcción por parte de los estudiantes de ensayos argumentativos sólidos, bien estructurados, empleando evidencias objetivas y examinando diversos puntos de vista sobre un tema controversial, sin lugar a dudas constituye el sueño hecho realidad de cualquier maestro; porque constituye una evidencia de que los estudiantes están saliendo mejor preparados para desenvolverse en el mundo del futuro como ciudadanos globales responsables y comprometidos.

REFERENCIAS

Armstrong, P. (2010). Bloom’s Taxonomy. Vanderbilt University Center for Teaching. Retrieved from https://cft.vanderbilt.edu/guides-sub-pages/blooms-taxonomy/.

McPeck, J.E. (1981). Critical Thinking and Education (1st ed.). Routledge. https://doi.org/10.4324/9781315463698

Weinstein, M. (1991). Critical Education for Democracy. Montclair State College, NJ. Resource Publication Series No. 4.

Por: Lía GARGUREVICH
Coordinadora de Secundaria

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